Pedro José de Arancibia es el peruano imperfecto: un individuo extraviado en la vorágine de una transformación social, un limeño escéptico y hedonista que comprende que no encaja en los nuevos códigos de conducta de su país. Para él, el Perú es a la vez un grupo de gente idónea, culta y simpática, y una horda paupérrima, grosera y con ánimo vengativo. Esa contradicción, sin embargo, no menoscaba su vitalidad, ni mucho menos su pasión por la escritura, por el ejercicio del periodismo y, sobre todo, por el sexo clandestino.
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